TEXTO FRANCO GIORDA
FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Al lado del monumento a San Martín, en medio de la plaza de 1° de Mayo de Paraná, a las 4:20 de la tarde, un nutrido grupo de personas prendió abundante porro. Sonaban los tambores, se preparaban los carteles y los más entusiastas se daban los últimos retoques de pintura en la cara. Empezó, entonces, la expresión local de la Marcha Mundial de la Marihuana. La columna salió en dirección a la esquina del Correo Central con una pancarta al frente que decía «Autocultivo ya».
Andrea, una de las impulsoras de la manifestación, dialogó con 170 Escalones un rato antes de arrancar. «Nosotros pedimos el autocultivo y el cese de los allanamientos. Somos muchos los compañeros con causas abiertas luego de allanamientos totalmente violentos en manos de la policía de la Provincia; solo por tener plantas de marihuana en nuestras casas», dijo y agregó que «el año pasado el fiscal Federico Delgado hizo un llamamiento a todos los Tribunales Federales para que cesen estas causas que terminan siendo armadas para distraer de otras situaciones de verdadero narcotráfico y, a la vez, justificar gastos».
Los manifestantes ocuparon la calle y caminaron desde 25 mayo y Monte Caseros hasta Illia. Al pasar frente al Juzgado Federal, donde se tramitan las causas contra los cultivadores, se realizó una intervención artística: los tamboreros se ubicaron frente a la sede judicial y un bailarín desplegó su talento aferrado a una bandera que hacía flamear con destreza. En la esquina indicada se dobló para continuar andando sobre las hojas caídas de los fresnos ya medios pelados por el otoño. Así, hasta Carbó donde se ingresó a la plaza Sáenz Peña.
En el espacio público, bajo la bóveda de nubes grises y cerca de la calesita, estaba montado un escenario. Los partidarios de la legalización de la planta se sentaron sobre mantas y sobre el pasto mismo frente a los equipos, micrófonos e instrumentos. Circulaban los mates y los armados. Había clima de auténtico festival.
Entre otros carteles, estaba el de Mamá Cultiva, la organización que brega por la posibilidad de que las madres puedan producir el aceite para sus hijos con discapacidad. En este sentido, de la caminata participaron familias en la que alguno de sus miembros necesita de esa sustancia para una mejor calidad de vida.
Luego de un pedido de atención al auditorio distribuido sobre la superficie verde, se leyó el documento que fue seguido con concentración y en silencio. Algunos de los que hablaron tenían en sus manos plantines de marihuana. «Esto es un triunfo», gritaron desde el público. Uno de los oradores, mientras se dirigía a los presentes, levantaba su mano sosteniendo una plantita. La voz firme, el tono pausado y el sentido de lo que decía le ponía verdadera épica al cuadro. Al terminar de hablar dijo: «Cultiven, no dejen de cultivar, para ustedes, para sus amigos, para sus vecinos, para quien necesite». En coro, todos los oradores habían proclamado unos instantes antes: «no más presos por cultivar».
Desafiando el orden establecido y en vistas a la propia libertad, se regalaban semillas para quien quisiera plantar en su patio, terraza o balcón. Hubo también poesía, feria y bandas de música como Engañapichanga y Mandrágora.
La movida estuvo organizada desde la Asamblea por el autocultivo libre. Esta organización «se conformó en julio del año pasado a raíz de allanamientos a Maxi e Iván, que son compañeros cultivadores y referentes del activismo cannábico. Eso fue la gota que rebalsó el vaso porque ya éramos varios los que veníamos con causas. Entonces, decidimos organizarnos para cuidarnos entre nosotros», expresó Andrea.
Además, se reclamó modificar la Ley de Drogas desde el paradigma de la reducción de daños y riesgos. En materia de salud, se solicitó la ejecución de políticas que informen y garanticen tratamientos con cannabis. Para esto es necesario, dijeron, el cumplimiento efectivo de la Ley de uso medicinal del cannabis y la asignación de un presupuesto acorde a la demanda de sus beneficiarios.
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