TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Es la hora en que las calles del centro de Paraná comienzan su rápida metamorfosis hacia la desolación invernal nocturna. Las persianas de los comercios caen, y los colectivos pasan con sus interiores iluminados en los que se distinguen arropados pasajeros rumbo al descanso diario. Allí, en el corazón político de la provincia, un grupo de unas cincuenta personas se dispone, como cada martes desde el 16 de enero de este año, a rondar por el edificio que concentra la representación legislativa del pueblo entrerriano.
Los reúne el espanto y la lucidez. El espanto ante las consecuencias en la salud por la aplicación del modelo productivo en base a fumigaciones venenosas. La lucidez de que otro sistema es posible y necesario los guía y alimenta en la persistencia, y los convierte en ejemplo con proyección nacional.
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Los frascos con velas salen de una caja que alguien apoyó en uno de los asientos de cemento de la Plaza Mansilla, frente a la torre de la entrada a la Casa Gris que mantiene en lo alto el antiguo reloj que marca las siete de la tarde, el momento exacto de la cita. Algunos de esos frascos fueron decorados por alumnos de una escuela secundaria como modo de apoyo a la movida. Los varones y mujeres se van concentrando, mientras se saludan y se encienden las velas, o se reparten pancartas: «Fuera Monsanto de Entre Ríos, Argentina y América Latina» dice una; «Agrotóxicos matan. La indiferencia también», expresa otra con ilustraciones fotográficas de niños mal formados. Sin demasiados preámbulos ni protocolos se despliega la larga bandera que encabeza la ronda: «Paren de fumigar», y los presentes comienzan a marchar por calle Santa Fe. «Ante la evidencia de que no había mucha respuesta de la política a lo que estaba ocurriendo (a fin de año fallece Antonella González, la niña de ocho años que padecía leucemia, luego el Senado provincial vota un proyecto de ley regresivo), decidimos darle una presencia permanente a este tema», le explica Daniel Verzañassi a 170 Escalones, mientras suena la campana de las siete y cuarto e instantáneamente la gente se pone en movimiento. «Hacemos esto un poco emulando lo de las Madres de Plaza de Mayo; si somos treinta o cincuenta locos, esas locuras son las que necesitan no curarse», agrega. Sobre el día elegido para visibilizar el conflicto, Verzeñassi lo relaciona a la historia del movimiento ambientalista y su asamblea de los martes: «cuando enfrentamos un proyecto de termas y ocupaciones inmobiliarias en el Parque Nuevo comenzamos a reunirnos todos los martes. Nos pareció que era un buen día, accesible. Así como la ronda de los jueves de las Madres, la ronda de los martes, que tiene una connotación de derechos humanos también». La semilla inicial la tiró el Foro Ecologista, pero tomó forma propia y mayor amplitud. «Vos podés rondar y hacer un testimonio con tu presencia, seas de dónde seas», invita Daniel, uno de los referentes de todas las luchas socio ambientales de la región de los últimos veinte años y más.
Se camina en silencio y con velas. El silencio es ausencia de cantos y consignas, pero en general los manifestantes van conversando en el andar. «Las velas fue una forma de darle presencia a la marcha desde una mirada de visualización, y una forma reverencial hacia el silencio. ¿Por qué el silencio? Nos ha parecido una buena compañía, siendo que un impulso principal de esto lo da la memoria de los dañados, especialmente los niños», expresa Verzeñassi. No hay mucho tránsito a esa hora, los peatones miran de reojo a esa suerte de procesión que un policía de guardia también observa desde una de las puertas laterales de la casa de gobierno. En menos de media hora, después de tomar Alameda de la Federación, Córdoba y Laprida, los manifestantes están nuevamente en el punto de partida. Al final se forma un círculo y se intercambian algunas palabras, principalmente de carácter informativo: sobre la presentación de un libro, la proyección de un documental, o la actualización de partes de salud de víctimas directas de las fumigaciones.
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La ronda, que oscila entre los treinta y cincuenta participantes cada semana, suele ser acompañada por integrantes de la granja agroecológica La Porota, algún diputado provincial, periodistas, referentes políticos y sociales, y familiares directos de fallecidos por envenenamiento con agrotóxicos. Natalia Bazán, por ejemplo, la madre de Antonella, la niña de Gualeguaychú que murió de cáncer en noviembre pasado, marcha con una remera con su nombre y su foto, y lleva en brazos un sonriente E.T. con un corazón rojo, el inseparable peluche de su gurisa. «Acá me siento fuerte, pero después vuelvo a mi casa y me desmorono. Hay días que no me puedo levantar de la cama», confiesa entre lágrimas sobre el final del recorrido, mientras recibe un abrazo solidario. «Adentro (en la cámara de Diputados) se sabe que está la ronda cada martes. De hecho, es lo que motivó una serie de conversatorios sobre la temática, y lo que frenó la ley que venía del Senado», cuenta el diputado provincial Gustavo Guzmán a 170 Escalones. «Tenemos por delante el desafío de generar una nueva legislación que habilite buenas prácticas, y que esté hermanada con una ley que propicie la agroecología», plantea Verzeñassi. Se entusiasma en que esto sea algo concreto en un período de tres o cuatro años. «La sociedad va advirtiendo en forma creciente lo que significa comer sin veneno y no envenenar a tus hijos», sostiene. «Esta ronda se mantendrá hasta que tengamos la agroecología en Entre Ríos. Y esto va a ser así no porque lo empujamos nosotros, sino por el propio modelo: económicamente el paquete tecnológico en el cual se sostiene la producción con veneno es cada vez menos rentable. Solamente es rentable para los Etchevehere y los grandes pooles de siembra, entonces los pequeños y medianos productores están saliendo del espejismo y se convierten en sectores aliados a lo que planteamos nosotros», fundamenta. «No nos conocemos, y muchos de ellos nos miran con recelo porque piensan que estas marchas y modos de pensar tienen como objetivo evitar que ellos le puedan dar de comer a sus familias, que es lo que le han metido las corporaciones como mensaje para que se opongan a nosotros, con argumentaciones que son posibles gracias a los medios hegemónicos que tienen a su alcance. Pero eso va cediendo ante el avance de la realidad, que es de enfermedad y muerte, cada vez más difícil de ser ocultada», opina.
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A pocos meses de iniciada, la ronda de los martes se replica en más de quince localidades de Entre Ríos, e incluso del país. En Viale, por ejemplo, sale Ana sola con sus tres sobrinas. La idea es que en cada localidad, quienes inician la ronda definan cuál es el lugar estratégico o representativo para la acción. En Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires, también tomaron la posta. «Puede llegar a ser la ronda de los martes de Argentina. Por eso nos van a boicotear como sea, porque es un mal ejemplo el que estamos dando de poder resistir y plantear una posibilidad diferente. Mucho peor cuando en Entre Ríos se ha logrado entrar en algunos legisladores, gente del peronismo, del radicalismo; eso es una muy mala noticia para Monsanto y todo lo que viene por el costado», advierte Verzeñassi. «Si lográramos en los cuerpos legislativos y en las áreas del gobierno –no solamente de la agricultura, sino de la salud y el ambiente- una actitud definida, contundente, firme, se puede gestar una legislación que propicie un paso de transición hacia otro modelo. De no ser así, vamos a un cementerio masivo. La otra cara del Clarín Rural y de los suplementos rurales tenés que ir a buscarla a la sala de oncohematología de los hospitales de niños, y a los consultorios de endocrinología infantil. O advertimos y actuamos como sociedad frente a esto, o vamos camino a una catástrofe sanitaria», alerta..
Tincho Martínez, de La Porota, cuenta que en los campos de La Picada está arrancando un nuevo grupo dedicado a la agroecología. Está entusiasmado, cree que será posible sostener un núcleo de trabajo que lleve a la práctica las ideas de las que se habla cada martes en el lado de afuera de la casa de gobierno. La lucidez es un don y es un castigo, escribía Alejandra Pizarnik. Será por eso que la gente que participa de la ronda sabe que no pueden bajar los brazos. Que deberán persistir, hasta vencer.
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Un aplauso para esas personas, que apesar del frío o el calor, están ahí manifestandose por la vida.
Bien felicitaciones, voy a ir a acompañarlos!!!