TEXTO FRANCO GIORDA
.
.
El narrador de El primer hombre solo, la última novela de David Nahón, se habla a sí mismo en segunda persona. Es como si se mirase a un espejo y le hablara a un otro yo. Ese desdoblamiento funciona como una suerte de distanciamiento de sí mismo para permitirse deliberar sobre la propia vida con cierto desapego.
El discurso se emparenta, de algún modo, con la célebre escena de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), cuando Travis Bickle, el personaje encarnado por Robert DeNiro, se dice frente a su reflejo «¿Are you talking to me?», es decir, «¿Me estás hablando a mí?». Ese tipo de confrontación consigo mismo es la que atraviesa el protagonista literario de Nahón y también la que interpela al lector o lectora porque leyendo el soliloquio del personaje, casi necesariamente, surge la pregunta sobre qué se dice o qué se diría uno a sí mismo. La cuestión es, entonces, la autoconciencia, qué somos y qué hacemos con eso; cómo nos vemos y cómo nos tratamos.
Los decibeles de El primer hombre solo no son los de Taxi Driver, pero en el libro anida un malestar vinculado a la incomodidad constitutiva de un sistema de relaciones afectivas y sociales. Esa trama de vínculos en la que el sujeto existe y se vincula con otros y consigo mismo es lo que está en crisis. Eso genera sufrimiento y desorientación. Las bases de sustentación, siempre endebles, se han terminado de derrumbar y al personaje del texto se le hace muy difícil hacer pie en medio del marasmo.
El protagonista transita una separación, piensa en su hija y extraña a su padre. Sobre ese triángulo de angustia transcurre el debate interno que poco a poco se dispersa hacia los orígenes de su subjetividad. Las fotos recortadas de un adulto y de un niño sobre una pila de escombros que constituyen parte del collage que ilustra la tapa del libro sintetiza plásticamente el estado psíquico del narrador.
Algo ha estallado y no hay manera de recomponerlo. Los vínculos se han roto y el mundo pende sobre su espalda. En la composición de la portada hay un meteorito en llamas. Esa extraña imagen no es casual, quien habla en las páginas no se siente de esta tierra. En los momentos más delirantes, parece que es Superman o un extraterrestre quien ha llegado al planeta azul y sufre el desasosiego de los seres humanos.
A este cuadro existencial, debe agregarse una cuota de cruda contemporaneidad. La referencia es una pandemia sin cura ni vacunas definitivas. El discurso tiene lugar en el silencio de las ciudades, en medio de los aplausos de la noche y en el avance de la naturaleza sobre las superficies artificiales.
En este devenir del personaje, entre las paredes de un laberinto oscuro, dejan sus pistas los sueños, la muerte, el amor, la finitud, la familia, los otros. En la boca de la locura, la palabra sigue haciendo un esfuerzo por buscar el sentido. El lenguaje, aún dañado, sigue siendo la vía regia para transitar los escollos, los abismos y el final mismo.
DEL AUTOR
David Nahón es rosarino con residencia en Buenos Aires. Su formación de base son las artes visuales y también se ha dedicado a estudiar el psicoanálisis. La ilustración, la historieta y la pintura son parte de su trayectoria. Además de ser escritor, es músico. Publicó los libros Todo lo que hago es para que me quieran (Pánico al pánico, 2010), Cómo me convertí en robot (Un tacho ediciones, 2016), Nada de esto tiene que ver con vos (Parientes Editora, 2017), Esto que me pasó no lo había sentido nunca (Pánico al pánico y Abrazo ediciones, 2018). Además, grabó los discos Más fuerte que la muerte (Fuego amigo discos, 2012) e Internet (2018).
DE LA EDICIÓN
El primer hombre solo fue publicado por la editorial paranaense Azogue libros en 2020. Su titular, Lucas Mercado, y David Nahón se conocen desde hace varios años. «Nos pareció bueno en tiempo pandémico ponernos a trabajar en lo nuevo que él estaba haciendo. Me mostró una serie de poemas, y un texto que fue el que resultó El primer hombre solo, pero que estaba muy embrionario. Así que con un archivo de Google Drive a mano fuimos haciendo un ida y vuelta: él iba escribiendo y reescribiendo y yo haciéndole sugerencias, más que nada aportes como lector», contó Lucas a 170 Escalones y agregó «llevamos adelante el mismo proceso para el armado de la portada del libro».
El vínculo editor y escrito se remonta a la era de los blogs, a mediados de la primera década del siglo XXI, donde una comunidad, más o menos estable, de bloggeros, artistas y escritores publicaban y se leían mutuamente. En 2008, a través de una beca del Banco de Entre Ríos, Lucas decidió ir a estudiar con David y con Juan Hernández, otro artista rosarino. Al año siguiente, Mercado se incorporó como artista a la galería Chez Vautier que dirigía Nahón en Buenos Aires. Posteriormente, Lucas junto a Julia Acosta, publicaron Nada de esto tiene que ver con vos de Nahón bajo el sello Parientes Editorial.
«Dentro del catálogo de Azogue, el libro de David aporta a la diversidad de géneros que intento que estén presente, además de la poesía, tener el cuento, la novela, las artes visuales de autores contemporáneos con una voz propia o una voz en construcción», explicó Mercado en relación a la configuración de su editorial y la obra de David.
.