TEXTO FRANCO GIORDA
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Diego Fainstein es bioingeniero, docente en la Universidad Nacional de Entre Ríos y un activo participante de las redes. En estas últimas publica, desde hace largo tiempo, sus variadas inquietudes en relación a diferentes temas humanos. Por lo general, sus intervenciones son notablemente agudas e invitan al pensamiento y la discusión. En estos días de encierro obligatorio, debido al coronavirus, lleva adelante un diario audiovisual de la pandemia que publica en su canal de youtube.
En estas producciones combina información científica, análisis estadístico, testimonios, entrevistas y reflexiones críticas. Esos elementos son reunidos a través de un relato que transita con prestancia desde el rigor que amerita la cuestión hasta el humor que ayuda a descomprimir el dramatismo propio de una peste como la actual.
«Ahora que estamos recluidos en nuestras casas por el aislamiento obligatorio, y que nos convertimos en docentes digitales, todos los días con la camarita y el micrófono prendidos dando clases a través de la web, se volvió muy familiar hablarle a la pantalla de la computadora, cosa que no es tan fácil. El formato de podcast o vlog me gusta, y decidí empezar a hablar de lo que me pasa, que es la vida alterada por el peligro cercano del coronavirus», expresó a 170 Escalones en relación a su nueva iniciativa.
Las piezas elaboradas duran menos de 20 minutos cada una y reúnen registros propios del periodismo, la academia, el documental y la política. Hasta el momento, tres son los videos que ha elaborado para abordar, desde diferentes perspectivas, el modo en que el covid 19 impacta en la sociedad.
Sus análisis críticos incluyen datos internacionales y locales. Este ir y venir desde lo general a lo particular le permite comparar políticas estatales y comportamientos sociales en diferentes contextos. Además de las fuentes oficiales, periodísticas y científicas, Fainstein se provee de lo que le cuentan contactos propios. Esta combinación de recursos, propuesta por el emisor, permite una figuración de la cabal dimensión del problema.
Sobre las fuentes que consulta, indicó que «leo diversidad de sitios on line y publicaciones que comparten mis contactos en las redes sociales, tanto en castellano como en inglés. También busco con las herramientas de la web, me siento bastante seguro con la experiencia de lector que tengo como para discernir qué cosas merecen consideración y cuáles no. Con cada tema de discusión pública que me despierta interés descubro sitios interesantes como me pasó el año pasado con el conflicto de las elecciones bolivianas, ahí empecé a leer Zur (zur.org.uy) que tiene muy buenos artículos sobre la realidad de distintos países de Latinoamerica. También sigo varios partidos de izquierda que ahora producen mucho material audiovisual. Usé para mis propios videos fragmentos de entrevistas del MST, informes de La Izquierda Diario (el canal del PTS), y videos que publican algunos de sus referentes en las redes sociales».
A su vez, aclaró que «también busco información técnica. Tengo dudas sobre cuestiones muy básicas que extrañamente no son tan fáciles de responder, como la forma de limpiar y desinfectar en el hogar, el uso de barbijos y cosas por el estilo, y ahí trato de encontrar lo que dicen los expertos y las asociaciones profesionales, pero no siempre la información es coincidente y concluyente».
La riqueza de los trabajos audiovisuales propuestos por Diego está dada por la variedad y el dinamismo del abordaje del asunto. En este sentido incluye desde la contextualización del momento en que graba los videos (con descripciones de los sonidos que le llegan desde la calle) hasta audios animados de la serie Gente Rota que produce Gabriel Lucero para ilustrar algunas de las puntos de los que se ocupa.
Cómo impacta el aislamiento en las clases expoliadas es uno de los temas que más lo inquietan ya que, por lo menos, un tercio de la población de Argentina vive en la pobreza y no cuenta con las condiciones básicas resueltas. Al mismo tiempo, le intranquilizan los problemas estructurales del sistema estatal de salud ante la actual situación.
«Me preocupa quiénes y cómo toman las decisiones que nos afectan a todos. Aún, cuando hay expertos que son consultados para tomar decisiones, la pandemia no es un problema de carácter exclusivamente médico. Entonces, un problema es cómo frenar la propagación del virus, para lo cual el uso de la fuerza y la judicialización para asegurar el aislamiento social no ha sido la mejor idea, y otros problemas tienen que ver con el sistema de salud: la insuficiencia de la infraestructura y logística hospitalaria, la falta de médicos y enfermeros a quienes encima ahora los obligamos a un comportamiento heroico porque vamos a tener que explotarlos al límite con salarios magros y escasez de elementos de protección personal. A todo esto, se suman factores sociales muy determinantes de la expansión del virus como son la pobreza, el hacinamiento y la falta de agua, y ni hablar si consideramos los efectos de la cuarentena sobre nuestra salud mental y física, y sobre la economía de todos».
En relación a esto, concluyó que «el coronavirus es entonces un problema social, político e histórico, amplificado por décadas de decisiones que ahora nos estallaron en la cara. Por lo que el saber técnico de un pequeño número de expertos y la capacidad de gestión de los funcionarios no es suficiente para afrontar la situación. Me preocupa entonces que no se incluya una pluralidad de miradas expertas (de otras disciplinas además de la medicina y la ingeniería) y no-expertas (pero situadas en las distintas realidades de la población) que en conjunto puedan comprender mejor las distintas dimensiones de la amenaza que tenemos encima».
De este modo, en cada una de las entregas de sus videos, Diego plantea interrogantes sobre los diferentes problemas sociales, políticos y técnicos que ha disparado la peste. Consciente de la necesidad de múltiples enfoques y acciones frente a la misma cuestión, invita a otros a participar de una reflexión colectiva y a la elaboración conjunta de este tipo de producciones.
Si bien su mirada es crítica no cae en el pesimismo ni en la desazón: «es preocupante que sólo nos digan que nos quedemos en nuestras casas, que sigamos siendo sujetos pasivos y confiados en un poder paternalista y benefactor, cuyos errores pagamos nosotros». Frente a este diagnóstico: «Necesitamos actuar de manera más cooperativa y encontrar las maneras de ayudarnos mutuamente. Por eso me preocupa que seamos considerados irresponsables o inútiles, y que se asuma que vamos a comportarnos inapropiadamente. Por supuesto que hay gente desaprensiva, pero justamente ese es un problema que merece mejores soluciones. Creo que somos capaces de comportarnos con mayor virtud, pero prima la sospecha y faltan cosas básicas, como campañas de información que nos eduquen sobre las conductas al salir y entrar a nuestra casa, sobre el modo de limpiar y desinfectar nuestro entorno en presencia o ausencia de un enfermo de covid-19, y qué hacer frente a distintas situaciones cotidianas».
En uno de sus materiales, expresa que «es notorio que la vida no va a ser igual después de esto. Es una oportunidad para replantear un montón de cosas. Vamos a poder analizar muchos aspectos de la vida humana sobre la tierra teniendo en cuenta la disminución de la contaminación que se produjo en estos días por la detención del aparato productivo a nivel mundial; la situación de los sistemas de salud; cómo viven y sobreviven las personas en los distintos lugares del mundo; cómo nos necesitamos mutuamente. En ese sentido, es una buena noticia saber que estamos obligados a cuidar de los otros para cuidarnos a nosotros mismos».
En sus intervenciones públicas, Fainstein cultiva la autonomía de pensamiento, la rigurosidad y la creatividad. Sus producciones, pensadas para circular en las redes no solo informan y expresan una idea sobre la cuestión tratada, sino que interpelan sobre cuánto sabe cada uno sobre lo que pasa, qué piensa y qué hace al respecto.
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