6 de diciembre de 2024

Una poética de los últimos días

TEXTO FRANCO GIORDA

FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO

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Vendrán lluvias suaves* es un poema apocalíptico de la norteamericana Sara Teasdale que fuera publicado en 1918. Esa pieza ha tenido un influencia sorprendente por estos parajes. Recientemente, se estrenó la película de género fantástico de Iván Fund que lleva el mismo título de la composición y, casi en simultáneo, la Editorial de la UNER reunió la obra de Ernesto Ruiz cuyo primer libro se llama Cuando vengan lluvias suaves y tiene por epígrafe el texto poético de la escritora que se suicidara en 1933 a los 48 años.

En entrevista publicada por este medio el 27 de noviembre pasado, el director de cine, criado en Crespo, se refiere a las razones que lo movilizaron a hacer el film y a otras cuestiones vinculadas a su realización. En la presente nota, aparecen algunos apuntes sobre la mencionada novedad editorial.

 

 

La compilación de la Eduner lleva por título Maravillas eléctricas, otro de los trabajos de Ruiz. Se destaca la decisión de la editorial universitaria dado que el material literario no se encuentran dentro del canon ni el nombre del autor figura en el círculo de los consagrados. Sin embargo, la autenticidad y el valor del poeta son un argumento inapelable para su rescate.

Ruíz, categoría 1960, vivió la mayor parte de su vida en Paraná. Entre los 28 y los 31 años materializó cuatro libros de manera artesanal. Escribió a máquina, cortó y pegó imágenes, reprodujo y encuadernó, junto a diferentes compañeros de ruta. Cada volumen estaba numerado y tenía un destinatario específico. Las tiradas nunca superaron los 50 ejemplares. Todas las publicaciones fueron realizadas bajo Ediciones de los Últimos Días, una editorial inventada por el propio Ruiz para dar a luz a sus libros.

El orden elegido por la Eduner para su presentación es el cronológico. El primero es Cuando vengan lluvias suaves y luego le siguen Perros que miran; Maravillas eléctricas; y Sad Café Blues. En cada caso, se incluye, el año y el lugar de la publicación, el nombre de quienes participaron del arte, el diseño gráfico, las ilustraciones, el fotocopiado, el armado, la compaginación. También se brinda información sobre la técnica del encuadernado, las características de la portada y el interior y los materiales utilizados para su composición. Todos datos que deleitan a cualquiera que tenga a la curiosidad entre las virtudes de su alma.

 

 

La forma de producción de Ruiz responde a la poesía visual donde texto e imagen componen una unidad estética. De todos modos, los editores de la compilación presentan la hipótesis de que los textos se sostienen por sí solos y por eso se los publicó en forma independiente a su contexto gráfico original. De todos modos, al final de cada uno de los libros reunidos se reproducen facsímiles donde se puede observar la totalidad de la propuesta de Ruíz. Sin dudas, esto ayuda a completar el sentido del trabajo: se pueden ver los collages, el pulso del autor al tipear en su vieja Underwood y su forma de mirar la poesía.

La razón de la recuperación del trabajo de Ruiz tiene, en parte, su desarrollo en el texto de presentación a cargo de su amigo Sergio Delgado. Sus aportes en relación a la biografía del rapsoda y sus consideraciones formales ofrecen una vía de acceso a un mundo creado al margen de las instituciones y de cualquier formalidad. Delgado procura no apelar a la solemnidad para, de este modo, no contradecir el ánimo del poeta, quien, al parecer, despreciaba la organicidad y la pedantería.

Otra parte de la historia se completa con el testimonio impresionante de sus amigos. A modo de epílogo, una serie de textos breves reconstruyen desde diferentes perspectivas una personalidad compleja y de pertenencias múltiples. Esto último tiene su correlato en los distintos apelativos (que van desde su nombre propiamente dicho hasta sobrenombres y diminutivos) de acuerdo a los ámbitos dispares donde se movió.

 

 

Esa subjetividad capaz de reunir intereses y relaciones disímiles (y hasta contradictorias) parece producto de una inconformidad incontrolable.

Según esas declaraciones, Ruiz estaba descreído de todo. De la lectura de su obra, a su vez, se infiere desencanto. Ese estado anímico y ético lo ubica en la contradicción. Ama de manera pendular, se entusiasma y lo atrapa el pesimismo, dice lo bello y dice lo horrible, y al tiempo que se muestra vital, aparece una sombra mortuoria. Delgado se refiere a ese tránsito como «un mundo apocalíptico y augural». Ruiz es de la estirpe de los que asumen el absurdo.

Entre varias otras cosas, Delgado cuenta que en un momento pergeñó una revista que llevaría la denominación de Paranadada «Una mezcla de “Paraná Dadá” (el dadaísmo y en particular Francis Picabia eran su pasión) y del desencanto habitual que le producía la ciudad: “Para nada da”».

Además de esta referencia estética y política, en los libros se pueden rastrear otros maestros elegidos por el autor. Así aparecen los beatniks (Williams Burroughs, en particular), Carson McCullers, e, incluso, Ray Bradbury, quien había apelado al poema de Teasdale en sus Crónicas marcianas de 1950.

Ruiz era adoptado y enterarse de eso, entrado en la juventud, lo afectó para siempre. Vivió en una familia que gozaba de una posición privilegiada. Nunca trabajó bajo los términos del capitalismo. Siempre vivió de la fortuna paterna. Dejó una obra breve y su impronta por donde anduvo. Murió en 2003 sin querer seguir la recomendación de los médicos para salvarse de la hepatitis C. Necesitaba un trasplante de hígado que decidió no hacerse.

Aventurarse a su poesía es un viaje a un universo de luz y oscuridad en el que «las estrellas brillan// desde el corazón// de las personas» y el olvido es una certeza que hay que asumir con tranquilidad.

 

 

* Cuando vengan lluvias suaves

 

Vendrán lluvias suaves y el olor de la tierra,

y golondrinas girando con resplandeciente sonido;

 

y ranas en los estanques cantando en la noche,

y ciruelos de trémulo blanco;

 

petirrojos que vestirán sus plumas de fuego

silbarán sus canciones en los alambres de las cercas;

 

y nadie sabrá de la guerra, nadie

se preocupará del fin de la guerra.

 

A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles,

si la humanidad ha perecido totalmente;

 

y la misma Primavera, al despertarse al amanecer,

apenas sabrá que hemos desaparecido.

 

-.-.-.-

 

Anotación musical: Mientras se escribieron estas líneas sonaron varios discos de Depeche Mode.

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Comentarios (3)
  1. Simon Effe dice:

    Muy buena nota Franco

  2. Graciela dice:

    Excelente Franco y Pablo.

  3. Daniel G dice:

    Gracias por traer al querido Oso. Su sonrisa y su mirada, su voz y su corazón, su vuelo, son perpetuos en su poética.

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