TEXTO JUAN MANUEL CIUCCI
¿Qué representó Vietnam para el ideario revolucionario de los sesenta y setenta? ¿Cómo se construyó la solidaridad internacional que permitió posicionar el conflicto a escala global y derrotar desde lo simbólico la invasión, antes que fuera desde lo material? ¿Cómo repercutió en nuestra América y cómo se lo podía emparentar con lo que sucedía aquí? La rica obra de Santiago Álvarez, realizador cubano fundador y director del Noticiero del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, nos permite comprender la densidad de los sucesos que tuvieron como protagonista a la nación del sudeste asiático en relación con nuestro continente. Y volver a ser testigos de los acontecimientos que en estos días cumplieron 50 años, pero que en sus películas continúan teniendo una urgencia y una actualidad formidables.
Santiago Álvarez es uno de los padres del Nuevo Cine Latinoamericano, y su experimentación en el documental sigue siendo una guía innegable para el análisis y la realización cinematográfica. Su producción fue acompañando la causa de la Revolución Cubana, con la cámara como herramienta de contrainformación ante el ataque imperialista o en registro de la realidad diaria para el Noticiero. Pero también indagó en las grandes transformaciones que se estaban dando en el mundo, y con las cuales Cuba fue construyendo lazos de fraternidad. Acompañando a los dirigentes revolucionarios en sus viajes tuvo la oportunidad de registrar los hechos en su acontecer, al tiempo que utilizó fuertemente los archivos fotográficos y cinematógráficos a los que les imprimió una edición que trastocó y construyó nuevos sentidos en la pantalla. Casi como un manifiesto dirá en los créditos de una de sus películas: «Fotos de todas partes para uso de todos y para todo uso».
En torno a Vietnam, se pueden ver cuatro títulos en la pantalla virtual: Hanoi, martes 13 (1965); 79 primaveras (1969); Visita a Cuba de Tran Buu Kiem (Noticiero, 1969) y Abril de Vietnam en el Año del Gato (1975). Diez años que ante su cámara desarrollan el conflicto hacia el triunfo revolucionario, desde el pueblo pero con sus dirigentes a la cabeza, encarnados en el enorme Ho Chi Minh, quien desde su juventud proclamó las ideas independentistas y socialistas que les llevarían a la victoria contra todos los imperialismos que combatieron en el Siglo XX.
Cine revolucionario
El cambio de paradigma que significó el triunfo del Ejercito Rebelde en Cuba le imprimieron a las realizaciones de Santiago Álvarez nuevos aires que le permitieron llevar la experimentación cinematográfica hacia zonas no transitadas previamente. Con una fuerte indagación hacia el archivo y sus múltiples posibilidades. Hanoi, martes 13 es su sexta película (mismo año de quizás su obra más conocida, Now!) donde las fotografías y filmaciones son intervenidas de modos imposibles, expandiéndose y encontrando en el detalle el punto nodal en la interpretación de lo que han querido ocultar. En la conexión que establece entre Cuba y Vietnam la presencia en la palabra de José Martí y su relación con Ho Chi Minh será central: hombres del verbo pero también de la acción, padres de la lucha independentista de sus patrias. De la obra La edad de oro del cubano citará la historia de resistencia del pueblo vietnamita, visionario de su importancia en la lucha antimperialista como enclave colonial que combatió muchos años y contra muchos imperios por su liberación.
El acercamiento a Vietnam es a través del día a día de su gente, pescando, intercambiando, produciendo, comiendo. El ingenio ante la falta, ante la amenaza que aparece en esos fusiles colgantes que esperan el momento de la acción. Y con otro elemento muy frecuente en sus películas, la palabra impresa en la pantalla, donde formula un idea fuerza en las luchas independentistas y descolonizadoras: «¡El odio en energía!». Esa acción del Pueblo que lleva adelante la reconstrucción, la producción de alimentos o de refugios contra los bombardeos, transforma el odio ante el invasor y sus crímenes en producción común. En esperanza y mensaje de resistencia y de futuro. Y les vemos en su vida diaria, reaccionando ante una cámara que les registra en bicicletas que superpueblan las calles. Y en la amenaza de la bombas, que obligan a esconderse en la espera del retorno a la producción comunal.
Registro detallado asimismo del horror que deja la violencia imperialista en escombros, en cuerpos, en muertes. Pero también de la muerte del invasor, con sus aviones caídos y la entereza de un ejército popular que marcha, que ocupa toda la pantalla, que construye su destino. La voz en off regresa al final con la cita a Martí, mientras que la constante fue una música incidental, del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, encadenando los diversos sucesos sin apelar a una palabra narrada para construir sentido.
En 79 primaveras será el momento del homenaje póstumo al líder revolucionario: Ho Chi Minh muere el 2 de septiembre de 1969. Película urgente entonces, de despedida, pero al mismo tiempo de reconocimiento ante una vida dedicada a la causa independentista. Cuenta con un prólogo antes de los títulos, donde desde el montaje con un in crescendo musical conecta flores y bombas, la belleza y el horror del que la humanidad es capaz. Luego iremos desde sus ojos reconstruyendo su historia de lucha, en paralelo nuevamente desde lo textual con Martí. Los diversos imperios que enfrentó y sobre los que triunfó, su ejemplo pedagógico en las selvas y en las escuelas, su presencia necesaria para el avance revolucionario.
Nombrábamos Now! como su obra más conocida, que es considerada el inicio del videoclip al implementar canciones e imágenes en su narrativa. Aquí lo hará con una exquisita versión de «La era está pariendo un corazón» de Silvio Rodríguez en la voz de Omara Portuondo, donde cobra un valor excepcional el pasaje «En cualquier selva del mundo/En cualquier calle». Su voz poderosa chocará con el estruendo de una bomba, que vuelve urgente la necesidad de «acudir corriendo/Pues se cae el porvenir». Y las imágenes que siguen explicitan en todo su horror la violencia, el odio, la salvaje invasión con quemaduras en una piel que nunca se irán, con las golpizas sobre los cuerpos, con el asesinato. Pero donde también se destaca la resistencia en Estados Unidos de amplios sectores de su población ante esta guerra horrorosa.
Uno de los pasajes más revolucionarios desde lo formal será cuando las palabras ocupen la pantalla para decir «¡Que la división del campo socialista no ensombrezca el futuro!». Allí las imágenes de guerra se partirán, quemarán, romperán ante nuestros ojos, gracias al negativo intervenido. Son instantes de una experimentación profunda, difícil para el espectador que sin embargo fascinan, atraen por su conquista de un imaginario de desunión y destrucción nunca visto en la pantalla. El cierre será con la frase reconstruída, y la recuperación de flores y músicas como una apelación profunda a la unidad, ante la muerte del líder para proseguir en la lucha.
Dentro de este cuerpo de películas se encuentra un Noticiero, de los muchos realizados por Álvarez y el ICAIC, dedicado a la visita de un representante de Vietnam del Sur a Cuba. Lejos de los formatos tradicionales del noticiero cinematográfico, aquí también con la intervención de la imagen y sin una voz narrativa el relato se construye vertiginoso como aquellos nuevos tiempos revolucionarios. Se celebra en La Habana la hermandad consolidada, y se agradece el sacrificio de Vietnam como la vanguardia más aguerrida y sacrificada de la lucha antimperialista.
Se ven a los pioneros cantar «Cuba Vietnam unidos vencerán», ante el desfile de Fidel Castro y Tran Buu Kiem. Visitas a museos de la Revolución Cubana, imágenes de una guerra en las selvas que confunde los territorios pero donde el enemigo es el mismo. El lider cubano declarará su admiración «por el Pueblo y su lucha heroica», ejemplo de heroísmo ante la derrota yanqui que en Cuba se llama Playa Girón. Rumbo a los acuerdos de paz que se realizarían en París, se destaca que eso fue posible porque «el pueblo ha derrotado por las armas al imperialismo». Aparece aquí también una estética de la guerra y la revolución que está presente en todas estas películas, en tiempos donde los ejércitos populares y sus armas y organización son un camino posible hacia la liberación. Cierra este noticiario con imágenes de la derrota del ejército invasor y un cajón con esqueleto condecorado sobre pasajes de la contemporánea «Ob-La-Di, Ob-La-Da» de The Beatles, escucha atenta a los sonidos de su presente para escenificar la muerte del imperialismo.
Vietnam 1975 o un país más hermoso tras la liberación
Quizás su mayor realización sea Abril de Vietnam en el Año del Gato, uno de sus pocos largometrajes donde Santiago Álvarez dará cuenta de la trasnformación que se está produciendo en el mismo momento de la huida de los Estados Unidos de Saigón. Llegará semanas después al territorio liberado, y tratará de buscar en el día a día del nuevo tiempo el futuro posible para la nación tiunfante. Partiendo de la rica historia de un «pequeño país pobre y martirizado», con similitudes notables con su propia isla revolucionaria, donde aparecerá una voz en off narrativa que llevará adelante el relato junto con el texto en la pantalla.
En el prólogo previo a los títulos recorrerá la historia de enfrentamientos contra los diversos invasores, rescatando la importancia de la tradición de lucha que llevó a la derrota del imperialismo. En las recorridas callejeras acompañará a los restos de un B52 exhibido para el pueblo y una entrevista al piloto que lo derribó. Demostración de un poderío, ya que fue la primera vez que esto sucedía en combate, pero también huellas de una guerra que se perciben aun por todas partes, con restos del material militar que fue destruído o abandonado en la fuga yanqui, y el poder de la selva que los oculta al recuperar su lugar.
La película contendrá una enorme variedad de formatos, desde animaciones hasta videos musicalizados, desde entrevistas al archivo intervenido. Ofrecerá así una mosaico de experiencias que da cuenta de esa realidad efervecente en que se transforma el Vietnam liberado. El camino hacia una patria mas grande y hermosa, donde la reconstrucción es fundamental, con Ho Chi Minh como ejemplo en el hacer, en imágenes que nos recuerdan al Che de las jornadas de trabajo voluntario.
Aparece aquí planteado en profundidad un tema que se fue desarrollando en este cuerpo de películas: el rol fundamental de la mujer. En la reconstrucción, en la producción, en la guerra. A la par de los hombres en el esfuerzo revolucionario, en tiempos donde el debate feminista avanzaba pero al mismo tiempo chocaba en muchas filas del progresismo y la revolución internacional. Tendremos citas de Ho Chi Minh en el texto de la pantalla que nos muestran la propuesta de avanzada de su pensamiento: «La emancipación de las mujeres debe llevarse a cabo simultáneamente con la eliminación del pensamiento feudal y burgués en los hombres». Al tiempo que indica que «no deben esperan a que las directivas del gobierno y del partido las liberen sino que deben contar consigo mismas y luchar», ya que «su hora ha sonado». En simultaneo y sin esperar directivas, dos posturas que contrastan con el verticalismo y la no urgencia que estas problemáticas encontraban en la izquierda tradicional, y que Álvarez refuerza como mensaje de sus películas ante la evidencia del protagonismo de la mujer en la guerra y la reconstrucción.
La solidaridad cubana tendrá un momento muy destacado, con la visita de Fidel que dirá que «la humanidad agradecerá eternamente sus servicios a Vietnam» y que «recordará las proezas de su Pueblo», pero también con la presencia del Contingente Internacionalista Ho Chi Minh que construirá instalaciones de producción y vivienda en suelo vietnamita. Desde lo musical se presentará esta hermandad con «La Internacional» en versiones tradicionales cubanas y vietnamitas. Con el testimonio de trabajadoras/es, y su conexión con la isla a traves de las cartas que reciben y que se leen y festejan en comunidad.
Avanza hacia el sur con la cámara en las calles, dando testimonio de la vida que acontece de modo urgente. Con las bicicletas pero también el armamento recuperado en viaje a los cuarteles, los bancos privados ya nacionalizados, restos del imperio destruido a la vera del camino, el regreso a los hogares de quienes fueron obligados a migrar. Las vistas de Saigón a semanas de la huida imperialista, con la Embajada vacía y los pertrechos abandonados de quienes llegaron a colgarse de los helicópteros finales. Y la aparición de la animación de una sombrero yanqui flotando en el mar con su cargamento de ratas, con las imágenes de la rendición de las tropas musicalizadas con películas de pandillas y mafias. Historia viva ante la pantalla, que registra e interpreta esa realidad.
Sobre el final aparecerá la voz del Che, quien en diciembre de 1963 sentenciaba que «cualquiera sea el método de lucha que emplee el imperialismo nortemairicano, el resultado final será la victoria de Vietnam del Sur y la reunificación de todo el pais». El triunfo del `75 se convierte también una reivindicación de todas las luchas revolucionarias que no han podido ser. Es ese el ejemplo emancipador de Vietnam para nuestra América en los convulsos sesenta y setenta, y en este duro presente que atraviesa.
En días en que se conmemora la victoria sobre Saigón, la película nos recuerda una fecha de mayor júbilo popular: la Celebración de la Victoria el 15 de mayo de 1975 a un mismo tiempo en Hanói y en Saigón. «La primavera más luminosa del pueblo vietnamita» nos dirá Álvarez a través de esta formidable producción que desde el registro y la interpretación cinematográfica narra uno de los momentos clave de la segunda mitad del Siglo XX. Con el pueblo triunfante celebrando en las calles, de lo que había sido plena destrucción y que es ahora esperanza ante el porvenir.
Este recorrido por la obra cinematográfica de Santiago Álvarez permite dar cuenta de su formidable producción y, además, revela una imagen de Vietnam en guerra donde no aparece únicamente como víctima de las atrocidades del imperialismo, sino también como pueblo en armas que logra triunfar. El cartel final de Abril de Vietnam en el Año del Gato será una sentencia que interpela en nuestro presente de un modo singular: «No hay nada más precioso que la independencia y la libertad». En la resignificación que intentan hoy imponerle a esos vocablos y la reinterpretación profunda y revolucionaria que podamos hacer, quizás esté la clave de la herencia de luchas que continúan siendo fundamentales en la actualidad.
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