A quien corresponda

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO

 

 

En Estación Central (Walter Salles, 1998), Dora Teixeira (Fernanda Montenegro) es una profesora retirada que se gana la vida escribiendo cartas en la Estación Central de Río de Janeiro. Allí conoce a Josué (Vinicius de Oliveira), con quien viajará por Brasil buscando al padre de este.

Cuando Fernanda Álvarez vio esa película, en la bisagra del siglo, pensó que eso era lo que le gustaría: acompañar al otro en la escritura. Más de dos décadas después se animó a ofrecer sus servicios. «¿A quién querés escribirle? ¿Para qué? ¿Qué necesitás decir?», se promociona en redes.

Además de las contrataciones privadas, Fernanda participa de eventos públicos como los que ocurrieron los jueves de febrero en El gran dorado club, organizado por la Editorial Municipal de Paraná, o el Festival Callejero por la Memoria que llevó adelante la Asociación Civil Barriletes el viernes 22 de marzo. En esas instancias, se sienta con una mesita y un velador, algún detalle de decoración, lápices, biromes y hojas, dispuesta a prestar asistencia a quien corresponda y a quien lo precise. En ese marco de oficina ambulante con música en vivo de fondo, 170 Escalones conversó con la escritora y poeta nacida en Rosario, afincada en Bajada Grande.

 

 

 

¿Qué es lo que hacés?

Lo que hago es un servicio de escritura de cartas a pedido.

 

¿Qué tipo de cartas?

De todo tipo. Tantos tipos de cartas como personas y como vínculos hay en el mundo, porque generalmente una carta es un vínculo: las personas escriben a otras personas, o se escriben a sí mismo (que también es un vínculo), o a animales, a muertos…

 

¿Desde cuándo lo hacés?

Escribir cartas, desde toda la vida; a pedido, desde noviembre del año pasado. Empecé en el marco del Programa doméstico, una clínica de arte de acompañamiento de procesos artísticos coordinado por Raquel Minetti. Hicimos una muestra a fin de año y yo estuve todo el año trabajando lo de las cartas, hice un corto que era sobre una carta (Carta desde casa, 2023) y estaba el tema dando vueltas.  Dije “voy a poner una mesa y ofrecerle a la gente”. Lo hice sin saber bien cómo ni para qué, fue increíble. Hubo cola esperando para escribir, muchos tipos de carta, todas muy profundas, emocionantes, sinceras, concretas, contundentes.

 

¿La gente dice a quién y sobre qué?

La vamos escribiendo juntos, eso sí lo fui encontrando: la cosa funciona y la posibilidad aparece cuando nos encontramos cara a cara y yo le pregunto a quién le quiere escribir, qué le quiere decir; y cuando quieren tirarme la pelota yo les digo “es tu carta, la estás escribiendo vos, te estoy ayudando”. Hay personas a las que les sale de un tirón y otras que dan unas vueltitas, pero en el fondo saben lo que quieren decir. Está re bueno, lo siento un servicio porque veo que a la persona que está escribiendo le hace muy bien poder decir y finalmente la carta le llega a alguien y también produce algo.

 

¿Esas cartas se mandan por correo tradicional?

Cuando es a otra ciudad lo han hecho por correo tradicional, por ahí en la misma ciudad se las dan en mano.

 

Pero siempre es física…

Sí, es física, yo la escribo en un papel y le pregunto a la persona si me puedo quedar con una copia y, si me autoriza, pongo un papel carbónico para mi archivo. En algún momento, algo sucederá con todo esto. Hasta ahora sé que la entregan. Cuando es para un muerto se la dejan en su altar, o la leen en voz alta; si es para sus animales van y se las leen. Una persona les escribió a los ángeles, pero era un pedido de protección para un viaje y se la llevó tipo estampita. Tiene muchas funciones.

 

Cuando hay respuestas ¿te las comparten?

Al principio insistía un poco más, después no me puse tan pesada, pero si me cruzo con alguien le pregunto. Otra cosa muy particular es que muchas personas me dicen que no se animan cuando es un evento público. Después, por privado me contratan, pero en espacios públicos abiertos las personas pasan y miran y aunque no estén preparadas, cuando se sientan, algo ocurre. Como apertura de corazón, de conciencia, no sé, como de un ubicarse en otro lugar.

 

 

 

¿Las cartas son una creación colectiva?

Sí, lo son.

 

¿Hay un estilo tuyo que vas asentando en la escritura?

Sí, lo hay. De todos modos, trato mucho de darle a la persona la posibilidad. Hay personas que necesitan más orientación o preguntas, trato de no poner mi estilo, de oír lo que viene más que lo que me parece.

 

¿Quiénes recurren a vos? ¿De qué edades?

Vienen muchos niños, desde seis o siete años, algunos adolescentes. De todas las edades en realidad, gente grande, varones y mujeres. Es bien variado. Otra cosa que está buena es este sistemita que estoy probando de leerle a la persona la carta: en ese momento algo ocurre, como un distanciamiento de ver de afuera y de adentro a la vez.

 

¿Siempre te encontrás?

Sí, siempre. Por encargo no quiero porque se pierde la magia del feedback. Ofrecí un caso por videollamada a una persona de otro lado, pero aún no ocurrió.

 

 

 

¿Vos te seguís carteando?

Sí, es algo que hice siempre, está en mi familia. Mi papá me escribía cartas, mi mamá también y yo a ellos. Soy de Rosario y de chiquita me vine a Paraná; con mi abuela, mi prima, amigas, muchas cartas por correo. Después me fui a Buenos Aires, antes del email, y nos mandábamos cartas con mi novio y amigas. Cartas de muchas hojas. Cuando apareció el email lo seguí usando como carta hasta hoy en día.

 

Se ha perdido bastante el género epistolar.

Vamos a ponerlo en signos de pregunta.

 

Quiero decir: en otra época, todo el mundo escribía cartas; hoy existe, pero esta reemplazado y acotado.

Sí, por el WhatsApp. Se perdió ese momento de querer sentarme a decirte algo de verdad, que me cuesta decirte personalmente, que estoy pensando en vos en el momento en que estoy escribiendo… Cuando charlo con las personas veo que todas tienen cartas guardadas de otra época. Yo tengo de mis abuelos cuando mi abuelo hizo el servicio militar, fajotes en sobres.

 

Hoy no estamos generando ese archivo.

Tal vez en el mail queda, salvo que lo borres. No queda el material, la tinta, el papel.

 

¿Qué carta te pareció rara?

Todas me parecen muy locas, no sé. Me parece muy fuerte cuando le escriben a la madre o al padre cosas re heavys que nunca se las pudieron decir. A los muertos también me parece re zarpado. No hay algo tipo Hollywood, pero me enternece mucho personas muy duras y grosas intelectualmente, que en lo afectivo y en lo comunicacional les cuesta decirle algo importante a alguien que aman. No tienen idea de cómo hacerlo.

 

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