TEXTO Y FOTOGRAFÍAS FRANCO GIORDA
A unos 20 kilómetros de Paraná, antes de llegar al puente de La Picada, se encuentra La Porota, un establecimiento dedicado a la producción agropecuaria libre de venenos. Para más referencias, la tranquera se ubica unos metros antes de la curva de la ruta. Para llegar hay que doblar hacia el norte en un camino de tierra, dejar a la derecha una venta de cacharros y atravesar las vías que corren paralelas a la cinta asfáltica.
Desde esa entrada se extienden unas 90 hectáreas. Esa superficie es atravesada por el arroyo Las Conchas, de tal modo que 30 hectáreas quedan de un lado del agua y 60 del otro. Es un terreno inundable y en buena medida cubierto por el monte. En sus límites linda con la Reserva Provincial Parque San Martín, las vías ferroviarias (que fueron reactivadas recientemente con la llegada diaria del tren a la estación de La Picada Norte) y un vecino que también tiene monte para criar ganado. «La ubicación es muy favorable para hacer agroecología y alimento seguro porque dentro de todo estamos protegidos de las fumigaciones» compartió Martín Maslein, quien desarrolla varios proyectos productivos en el lugar.
Al recorrer este campo se puede observar una particularidad en el terreno. Entre los árboles, tiene lugar una depresión, similar a una pequeña barranca. Este fenómeno topográfico se debe a que por allí pasaba el cauce del arroyo antes de que se construya el puente. Al realizar los movimientos de tierra y colocar los pilotes, la geografía experimentó modificaciones dejando esta huella. Cuando llueve en los afluentes de Las Conchas, la inundación puede ser grande dada la deforestación generalizada. Incluso, se han ahogado animales debido a esta situación.
Una de las vacas que se crían en La Porota
El propietario del inmueble es Tincho Martínez, tío de Martín, quien concibe esta tierra, justamente, como un espacio abierto para las producciones sin contaminantes. De hecho, allí se desarrollan varios proyectos y cooperativas cuya premisa es generar el menor impacto posible sin la utilización de agrotóxicos. En consonancia, se suele ver a Tincho participando de la Ronda de los martes en torno a la Casa de Gobierno, una manifestación que lleva cientos de ediciones en la que se reclama el freno a las fumigaciones y un cambio en el paradigma productivo.
Martín contó que «cuando Tincho compró, hace alrededor de 30 años, se instaló mi viejo. Cuando mis hijas estuvieron grandes, me vine yo. Hace ocho años que estoy acá. Con mi compañera hicimos una casita de barro. Es mi lugar en el mundo». El nombre de establecimiento es un homenaje a la mamá de Tincho, es decir la abuela de Martín, y compañera del poeta Polo Martínez. En total, allí viven tres familias: la de Tincho, la de Martín y la de Glenda, quien también trabaja en varias de las unidades productivas que allí tienen lugar.
La principal actividad de Martín es la apicultura, en el marco de la cooperativa de trabajo El Espinal donde participan siete asociados. La denominación de la iniciativa productiva se corresponde con la región fitogeográfica donde están las colmenas, caracterizada por una vegetación espinosa. Así es como funciona el emprendimiento: «Todas las colmenas son de todos. Cosa rara. Generalmente, en una cooperativa, cada uno tiene sus colmenas y después se juntan para comercializar o comprar insumos. Acá, decidimos que las colmenas sean de todos, que la producción sea compartida y que cuando hay excedente, se reparte. Otra cosa rara es que nosotros no vendemos tambores a un intermediario que maneja los precios y exporta, como hace la mayoría. Nosotros vendemos en el comercio interno, a algunas dietéticas y a cooperativas de comercialización de Buenos Aires. Además de producir, generamos valor agregado porque fraccionamos la miel, el propóleo y el pólen».
Martín mostrando una trampa para los enjambres de abejas
Una mitad de las colmenas de El Espinal están La Porota y la otra en La Piragua, otra granja agroecológica, ubicada cerca de Hernandarias. La razón es que «no se puede tener tantas colmenas en un lugar porque el medio se satura». En total, suman 200. «Son poquitas para la unidad económica que se maneja en la apicultura, pero como nosotros le damos el valor agregado cambia. Igual, la última sequía fue terrible y nos mató», dijo el apiculotor.
Martín explica cómo es el trabajo que hacen las abejas para producir: «sacan de las flores el pólen y el néctar para hacer la miel. Al propóleo lo sacan de la resina que generan los árboles y las plantas. Ellas lo utilizan para cuidarse de los rayos ultravioleta y dejar aséptica la colmena. Es impresionante, las colmenas tienen 36 grados todo el año y 80% de humedad. No entra ninguna bacteria» dijo y agregó «el propóleo es antimicótico, antibiótico, regula la presión y levanta el sistema inmunológico en general. Es un probiótico. Por eso, los laboratorios lo han boicoteado. En cambio, para los cubanos la colmena es la farmacia del pueblo».
Fabricio, el criador de caballos
En cuanto al tratamiento que le dan al propóleo, Martín dijo que «realizamos tinturas, cremas dérmicas, talcos, multivitamínicos y suplementos dietarios. Para esto, nos manejamos con Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología) y con Bromatología. Aprendimos estas formulaciones en capacitaciones de la Universidad de Santiago del Estero donde tienen un centro de investigación apícola».
En cuanto a la difusión y comercialización indicó «a nosotros nos sirven mucho las ferias. Hace poco fuimos a la Feria de Agroecología en la Sala Mayo, organizada por el área de Economía Social de la Municipalidad de Paraná. Como cooperativa nos distribuimos un poco las tareas, pero cuesta».
Cabras en la pradera
Además de dedicarse a las abejas, Martín cría algunas vacas, cabras y aves de corral con otros compañeros. A su vez, en La Porota tiene lugar una cooperativa hortícola, donde trabajan otras siete personas, y está en marcha un proyecto de cultivo de cannabis para aceites medicinales. Para esto se inició la construcción de un invernadero. También se crían caballos en el monte. El lugar está dispuesto a recibir nuevas iniciativas. Por ejemplo, están en conversaciones con una cooperativa de mujeres que quieren hacer esencias naturales a partir del cultivo de flores. Además de los integrantes de las iniciativas basadas en el cooperativismo, participan otras personas como un asesor o un grupo de vecinos vinculados a las actividades que allí se desarrollan.
Juan, uno de los integrantes de la cooperativa apícola y criador de cabras
Área Natural Protegida
La Cámara de Senadores entrerriana sancionó este miércoles 14 de junio el proyecto, que contaba con media sanción de Diputados, que declara Área Natural Protegida, en la categoría Reserva de Usos Múltiples, a La Porota. A propósito, Martín aprobó el curso de Guardaparque y es el responsable del lugar.
Con respecto a las características del sitio, explicó «como área natural el principal problema que tenemos es la acacia, que es una especie vegetal exótica. Hay una invasión muy grande que mata los árboles nativos. Dentro del plan de manejo del área un objetivo es reforestar con plantas nativas». Los autóctonos, precisamente, pertenecen a las características del espinal: algarrobos, espinillos, talas, ñandubáis, guayabos, molles. Por lo tanto, antes que la conservación el propósito es el de la restauración. En este contexto, la idea es plantar especies de la zona y a las acacias utilizarlas como recurso, fundamentalmente, como leña que sirva para cocinar y calefaccionarse.
Las acacias son secadas en pie a través de una técnica que se llama «anillado» que consiste en sacarle un tramo de la corteza a una vuelta completa del tronco del ejemplar. Esto se hace con hacha o machete. Otra opción que se está evaluando es que los chivos hagan ese trabajo dado que se alimentan de la corteza.
Además de los árboles referidos existe un animal exógeno que afecta a la vida de los autóctonos. Se trata del ciervo Axis. En el lugar se han visto grupos de hasta 10 ejemplares. El principal problema es que corren al guazuncho, que es el siervo originario, dejándolos sin territorio para habitar. Los Axis, oriundos de Asia, fueron introducidos en los cotos de caza de la provincia y luego se esparcieron por todo el territorio. Tienen una alta tasa de reproducción y son más grandes y fuertes que la especie local.
Martín narrando las actividades productivas y de restauración de La Porota
Visitas
Entre los mares de monocultivo y productos químicos que están barriendo con la vida y la diversidad, internarse en La Porota inspira esperanza. En la recorrida, se pueden apreciar los emprendimientos amigables con el ambiente, caminar por el monte y llegar hasta el arroyo. En este medio viven insectos, pájaros, aves acuáticas, perdices, mulitas, siervos, carpinchos, yacarés y peces como el sábalo, el dorado o el amarillo. Este espacio, ahora protegido, se vincula directamente con el Parque San Martín e incluso se puede llegar por agua a otra reserva que es el islote Curupí, frente a la capital entrerriana, generando así un corredor o un circuito para la conservación y la restauración. El lugar se puede visitar pidiendo permiso y aportando una colaboración simbólica.
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