TEXTO Y FOTOGRAFÍAS PABLO RUSSO
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Los esténciles son una forma de disputar la calle y tienen sentido en su contexto, afirmamos desde esta publicación en el texto curatorial de la muestra Huellas en la piel de la ciudad, expuesta en el Museo Provincial de Bellas Artes Pedro E. Martínez. Sin embargo, una muestra de fotos sobre ese medio de comunicación habilita otros cruces, como el conversatorio que ocurrió el jueves 6 de junio dentro de una sala de ese museo.
Rodeadas por las imágenes de obras producidas en Paraná con la técnica de la plantilla y el aerosol, las artistas y estencileras Yamila Belén Caporizzo y Arianna Pautasso se sumaron a un encuentro con 170 Escalones y con el público que se acercó a conocer las motivaciones y experiencias de estas intervinientes del espacio público.
Ambas empezaron cerca de los 13 años de forma autodidacta, como una necesidad de expresión y militancia. Yamila es de Santa Fe, tiene 25 años y vive en Córdoba. Por estos días estuvo pintando un mural en la Casa Vieja del Movimiento Popular La Dignidad, en Puerto Viejo. Arianna acusa apenas 17 años y es presidenta de la Federación de Estudiantes Secundarios, además de integrante de la Asamblea de Mujeres Lesbianas, Travestis y Trans de Paraná.
«Todo lo que pinto en la calle es sobre el movimiento feminista y la educación sexual integral», cuenta Arianna. «Cuando empecé a militar en el feminismo empecé a ver las herramientas que tenía para dejar un mensaje, entre esas herramientas encontré el arte, y más específicamente el esténcil. Conocí compañeras que lo hacían en forma anónima, con dibujos y mensajes concisos. Comencé a hacer los míos con radiografías viejas que tenía por ahí, le mandé cuter y probé por el barrio. Después, salí con compañeras en fechas importantes como el 8 de marzo a pintar en lugares públicos, para usar esta forma de expresión y dejarle a la ciudad lo que teníamos para transmitir», amplía. «Me acerqué al campo del arte urbano dentro del arte visual que sería muralismo, graffiti, esténcil. Fui probando varias técnicas y el esténcil me cautivó», introduce Yamila, que suele firmar sus obras como YB. «A veces en la imagen final no se tiene registro del calado, del proceso previo a la intervención en el muro: el armado del dibujo, la dinámica para convertirlo en esténcil, todo eso es una locura. Las calles, las casas, las paredes son nuestra naturaleza, nuestro cotidiano de todos los días, así que intervenir en el espacio público es algo que sí o sí, conscientemente o no, atraviesa algo más allá de la intención que se le da a la pintura por la percepción del gurí que pasa, o una mujer; diferentes percepciones y lecturas que le da cada persona. Ese juego a mí me encantó, como hacer una pintura y recibir miles de puntos de vista diferentes», explica.
Arianna y Yamila, que no se conocían previamente a la charla, entienden al esténcil como herramienta comunicacional de resistencia. «Hay que ocupar la calle y liberar la obra, porque un esténcil o una pintura en el espacio público es un regalo a la sociedad, no ponés condiciones de quién lo va a ver y quién no», propone la artista santafecina. En cuanto a los lugares elegidos a intervenir, para Yamila tienen que ser aquellos «donde corrompa más el acostumbramiento visual que tenemos sobre un espacio. Estamos acostumbrados a ver una pared lisa, todo cuadrado, ir caminando todos correctos, y el arte urbano tiene una repercusión tan fuerte por esto mismo: corrompe los protocolos visuales que tenemos del espacio público», sostiene. «Lo que yo hago tiene que ver con pintar donde moleste más a los que están en el poder, donde simbólicamente signifique algo», agrega Arianna. Coinciden también en que con este tipo de acciones una siempre se expone de alguna forma, se tenga o no permiso para actuar.
«La calle es como nuestra herramienta de comunicación, nuestra plataforma para hablar lo que no se habla en la tele ni en el diario, de las problemáticas que invisibilizan los medios de comunicación. Esténciles, fotografía y audiovisual son medios liberados que no tienen un circuito cerrado en la recepción. En un museo, el circuito de gente no varía; en el espacio público está en una plataforma liberada, eso tiene que ver con democratizar este tipo de arte», indica Yamila. «Que nos borren un esténcil no quiere decir que nos puedan callar», acota Arianna. «En los momentos de crisis aparecen más, en septiembre de 2018 se llenó de graffitis sobre la educación pública en los momentos en los que se tomaban las universidades: eso no es casualidad», añade la estudiante de sexto año del secundario, que aclara que por seguridad nunca sale a pintar sola. «Yo, depende. Un día te levantás y querés salir a pintar sin avisar a nadie y lo hacés. Pero vas a una plaza y siempre tenés la compañía de los guachines y la gente que pasa y pregunta y se queda charlando», dice Yamila.
Además de las anécdotas sobre los rincones y superficies insólitas en los cuáles han estencileado y las repercusiones mediáticas de sus acciones, no podía faltar la reflexión respecto a la tensión que produce una muestra de fotografías sobre arte callejero dentro de la sala de una institución como el museo de bellas artes. «A mí me generaba mucha duda, porque las cosas que he hecho no tienen firma, la gente que sabe que es mío es porque les dije. Me causa cierta ansiedad dar la cara en base a estos temas», confiesa Arianna sobre el final del encuentro. «Está bueno venir y ocupar el espacio para lo que cada uno tenga para decir y transmitir. Lo que más me movilizó de esta movida es pensar el arte urbano público dentro de una institución. El arte urbano busca romper la institucionalización, salir del circuito del arte, porque para montar una muestra en el museo tenés que tener cierta capacidad económica y, además, la gente de los barrios no viene. Esos eran mis reparos; pero también está bueno, sabiendo eso, traer lo de afuera hacia adentro para mostrarlo y expandirlo entre la gente que recorre esta institución, que pueda mirar hacia afuera», argumenta Yamila.
En el cruce entre el afuera y el adentro y esta circulación diferente a la de su ámbito natural se coincidió en el panel, finalmente, que habrá gente que comience a registrar este tipo de mensajes políticos y estéticos a partir de la muestra. Que este puente puede generar un cambio en la mirada a los visitantes cuando salgan nuevamente al espacio público callejero.
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Huellas en la piel de la ciudad se puede visitar en el Museo Provincial de Bellas Arte Pedro E. Martínez hasta el domingo 16 de junio inclusive, con entrada libre y gratuita.
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